I. Adviento en el Magisterio de la
Iglesia
Citemos apenas algunos
textos claves para nuestra reflexión.
A) Las “Normas universales sobre el año litúrgico y
el Calendario Romano Genera”.
Publicadas por
el Papa Pablo VI el 14 de Febrero de 1969 con la Carta apostólica Mysterii Paschalis.
En adelante citaremos este documento
como NUAL. En él queda claramente
manifestada la doble finalidad de este tiempo
litúrgico. En efecto, para el NUAL el Adviento es[1]:
1. “…tiempo de preparación para las solemnidades de
Navidad, en las que se conmemora la
primera venida del Hijo de Dios a los
hombres.” De ahí
que los días del 17 al 24 de diciembre, inclusive tienen la finalidad de prepararnos más directamente a celebrar los
acontecimientos que preparan
la Navidad. Por eso se toman estos días como una segunda sección o etapa
del Adviento.
2. “…y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes
hacia la expectación de la segunda venida
de Cristo al fin de los tiempos.” Son los días comprendidos
entre el primer domingo de Adviento y el día 16 de
diciembre. En esta primera sección o etapa del Adviento somos
convocados a fortalecer nuestra fe en este Dios cuya gracia y amor ya actúa en
este mundo, que sin embargo no será plenamente reino de Dios
sino hasta el retorno de nuestro redentor.
Por esta doble finalidad, el NUAL
llama al Adviento el “tiempo de una
expectación piadosa y alegre”.
B) El “Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia. Principios y
orientaciones.”
Esta es una publicación de la “Congregación para el culto divino y la
disciplina de los sacramentos”, del 01 de Diciembre del 2001. En él se caracteriza al Adviento como un
tiempo de[2]:
-- Espera, en clave de memoria: de la primera venida del Salvador en
nuestra carne mortal. Y memoria como
como súplica de un pueblo que ora por su segunda y última venida, ahora
gloriosa, como Señor y Juez de la historia.
-- Conversión: a
la que nos invita permanentemente la Palabra de Dios en este tiempo, a través
de los profetas,
en especial Juan Bautista: “Convertíos,
porque está cerca el reino de Dios” (Mt. 3,2).
-- Esperanza gozosa:
porque esperamos una salvación que ya esta realizada en y por Cristo (Rom. 8, 24-25). Así, la
gracia de Dios que ya actúa en este mundo llegará a su madurez y plenitud cuando
las promesas se conviertan en posesión “…porque
lo veremos tal cual es” (1 jn. 3,2).
Basten nuevamente dos citas del Magisterio para
iluminarnos al respecto.
A) Del mismo “Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia. Principios y
orientaciones.”
Son muchos los halagos
con que este Directorio ensalza el valor de la piedad popular. Basten dos citas
a manera de ejemplos:
·
“… la
piedad popular es una realidad viva en la Iglesia y de la Iglesia…su punto de referencia es
el misterio de Cristo Salvador; su objetivo es la gloria de Dios y la salvación
de los hombres… Por eso el Magisterio ha expresado muchas veces su estima por
la piedad popular y sus manifestaciones; ha llamado la atención a los que la
ignoran, la descuidan o la desprecian, para que tengan una actitud más positiva
ante ella y consideren sus valores; no ha dudado, finalmente, en presentarla
como "un verdadero tesoro del pueblo de Dios"[3].
·
“La piedad
popular es muy sensible al misterio de la paternidad de Dios: se conmueve ante
su bondad, se admira de su poder y sabiduría; se alegra por la belleza de la
creación y alaba al Creador por ella; sabe que Dios Padre es justo y
misericordioso, y que se ocupa de los pobres y de los humildes; proclama que Él
manda hacer el bien y premia a los que viven honradamente siguiendo el buen
camino, en cambio aborrece el mal y aleja de sí a los que se obstinan en el
camino del odio y de la violencia, de la injusticia y de la mentira.”[4]
B)
El Papa Benedicto XVI, citado en el Documento de
Aparecida:
·
“El Santo Padre
destacó la “rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de
los pueblos latinoamericanos”, y la presentó como “el precioso tesoro de la Iglesia católica en
América Latina”. Invitó a promoverla y a protegerla. Esta manera de expresar la
fe está presente de diversas formas en todos los sectores sociales, en una
multitud que merece nuestro respeto y cariño, porque su piedad “refleja una sed
de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer”[5].
La “religión del pueblo latinoamericano es expresión de la fe católica. Es un
catolicismo popular, profundamente inculturado, que contiene la dimensión más
valiosa de la cultura latinoamericana.”[6]
·
“La piedad
popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia , y una forma de
ser misioneros, donde se recogen las más hondas vibraciones de la América profunda. Es parte
de una “originalidad histórica cultural” de los pobres de este continente, y
fruto de “una síntesis entre las culturas y la fe cristiana”. En el ambiente de
secularización que viven nuestros pueblos, sigue siendo una poderosa confesión
del Dios vivo que actúa en la historia y un canal de transmisión de la fe.”[7]
II. La pastoral del Adviento: entre
la fe católica y la piedad popular.
Toda esta amplia información tiene como finalidad
llevarnos a este punto: la reflexión sobre la pastoral litúrgica del
Adviento, por ahora, con una referencia muy específica: la novena de
Navidad o posadas navideñas.
¿De dónde sale la idea de que deba haber unas
posadas antes de la Navidad? Su más clara raíz son precisamente los textos bíblicos
de las misas de la última semana antes de la Navidad. Es decir, los días
comprendidos entre el 17 y el 24 de Diciembre, que narran los acontecimientos
previos que preparan la Navidad[8]. Sin
duda que a lo largo del tiempo, la devoción del pueblo de Dios acompañó estos
días con la celebración de una novena (estructura tradicional para cualquier
tipo de celebración o devoción que se quiera resaltar), centrada, como se sabe,
en la búsqueda de posada para que la Virgen diera a luz a su hijo.
Y aquí surge la necesidad de una sana y armoniosa
relación entre la liturgia y la devoción popular en torno a la celebración de
una novena o posadas navideñas. Dos puntos concretos:
ü Dichas
posadas empiezan por lo menos el 15 de Diciembre. Para esa fecha estamos
todavía en la primera parte del tiempo de Adviento, cuando nuestra fe se centra
en la esperanza sobre la segunda venida de nuestro redentor. Por consiguiente,
por lo menos en sus dos primeros días esta novena rompe el mensaje del tiempo litúrgico del Adviento.
Es decir que el 15 y 16 de Diciembre todavía nuestras celebraciones de fe se
centran la segunda venida del Señor, no en su nacimiento. Por tanto, más que
hablar de una “novena” sería más adecuado hablar, como de hecho se hace entre
nosotros, de unas “posadas navideñas”, que estrictamente hablando deberían
empezar hasta el 17 de Diciembre.
Claro, el problema es que ciertamente es mucha la
“demanda” de estas posadas y resultarían muy pocos los días si se empezara
hasta el día 17, más si tomamos en cuenta que el mismo día 24 lo más común es
que no haya posadas.
ü El otro
aspecto a considerar es ¿qué se hace durante estas posadas? Es decir ¿cuál es mensaje que se comparte con
los que participan de ella? Lo más común es escuchar reflexiones tiernas y
piadosas en torno al nacimiento del Señor, más bien fruto de la inspiración del
momento de quien la dirige. Y como cada día se cambia de casa, pues no
encuentran problema en repetir la misma piadosa reflexión cada día.
Hacía la
formulación de propuestas pastorales:
1. Lo más
adecuado es seguir el ritmo litúrgico y entonces iniciar las
posadas hasta el día 17 de diciembre. Esto implicaría preparar a una mayor
cantidad de equipos de laicos para llevar las posadas a una mayor cantidad de
hogares. De no ser posible, entonces hay que asegurarse que las posadas de los
días 15 y 16 sirvan para transmitir nuestra fe en la segunda venida del Señor. Esto
también podría ser providencial: utilizar los dos primeros días para fortalecer
nuestra fe en la segunda venida del Señor, como preparación a la celebración de
su nacimiento.
2. La
clave es precisamente la ya mencionada: preparar litúrgicamente desde la
parroquia a los equipos que celebrarán las posadas. Y si la parroquia
los ha preparado, entonces la misma parroquia debe hacerles un respectivo envío
litúrgico en una eucaristía previa al inicio de las posadas.
3.
Esta preparación litúrgica por parte de la
parroquia se basaría principalmente en que la celebración de las posadas
estén centradas en los textos de la Palabra de Dios, concretamente, los
textos ya citados de los días 17 al 24 de diciembre. Este es un punto esencial para retomar o reforzar el valor
evangelizador de las posadas.
4. Es
necesario asegurar que haya también una catequesis adecuada para los
niños que en buena cantidad y algarabía participan de esta actividad.
Que no se queden solo con el gusto de alguna comida o dulces que a lo mejor se
regalen en las posadas.
5. En la
misma línea del mensaje cotidiano de la Palabra de Dios, debe hacerse
también una revisión y actualización de los posibles cantos que se puedan
emplear en estos días, a más de los cantos ya tradicionales e
irrenunciables.
La celebración de las posadas es una tradición
profundamente arraigada en el ánimo de las devociones populares de nuestro
pueblo católico. De ninguna manera se debe pretender suprimírsele. Pero urge,
especialmente en el marco del Año de la Fe, renovar su valor evangelizador,
sobre todo, insertándolas en el marco del ritmo litúrgico del tiempo del Adviento
y el mensaje de la Palabra de Dios en esos días.
[1]
NUAL # 39 Y 42
[2] Directorio…
# 73 y 74.
[3]
Directorio… # 61.
[8] Genealogía de Jesús, Mt. 1, 1-17 (día 17); la
acogida de José del embarazo de María, Mt. 1, 18-24 (día 18); anuncio del
nacimiento de Juan, el Bautista (día 19); anuncio del arcángel Gabriel a la
virgen María (día 20); visita de María a su prima Isabel, Lc. 1, 39-45 (día
21); magníficat de María, Lc. 1, 46-56 (día 22); nacimiento de Juan, el
Bautista, Lc. 1, 57-66 (día 23); cantico de Zacarías, Lc. 1, 67-79 (día 24).
Comentarios