Carta circular dada en la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
Del Triduo Pascual en general
38. La Iglesia celebra cada año los grandes misterios
de la redención de los hombres desde la Misa vespertina del jueves en la Cena
del Señor "hasta las Vísperas del domingo de Resurrección". Este
período de tiempo se denomina justamente el "Triduo del crucificado,
sepultado y resucitado" (42); se llama también "Triduo pascual"
porque en su celebración se hace presente y se realiza el misterio de la
Pascua, es decir el tránsito del Señor de este mundo al Padre. En esta
celebración del misterio, por medio de los signos litúrgicos y sacramentales la
Iglesia se une en íntima comunión con Cristo, su Esposo.
39. Es sagrado el ayuno pascual de los dos primeros
días del Triduo, en los cuales, según una antigua tradición, la Iglesia ayuna
"porque el Esposo ha sido arrebatado" (43). El Viernes Santo de la
Pasión del Señor hay que observar en todas partes la abstinencia, y se
recomienda que se observe también durante el Sábado santo, a fin de que la
Iglesia pueda llegar con el espíritu ligero y abierto a la alegría del domingo
de Resurrección (44).
40. Se encarece vivamente la celebración en común
del Oficio de Lectura y Laudes de la mañana del Viernes de la Pasión del Señor
y también del Sábado santo. Conviene que el obispo participe en esta
celebración, en la catedral y, en cuanto sea posible, junto con el clero y el
pueblo (45).
Este Oficio, llamado antiguamente "de
tinieblas", conviene que mantenga el lugar que le corresponde en la
devoción de los fieles, como meditación y contemplación de la pasión, muerte y
sepultura del Señor, en espera del anuncio de su resurrección.
41. Para la celebración adecuada del Triduo pascual
se requiere un número conveniente de ministros y colaboradores, que han de ser
instruidos cuidadosamente acerca de lo que ellos han de hacer. Los pastores no
dejen de explicar a los fieles del mejor modo posible el significado y la
estructura de las celebraciones, preparándoles a una participación activa y
fructuosa.
42. Tiene una importancia especial en las
celebraciones de la Semana Santa y, especialmente durante el Triduo pascual, el
canto del pueblo, de los ministros y del sacerdote celebrante, porque es
concorde a la solemnidad de dichos días y también porque los textos adquieren
toda su fuerza precisamente cuando son cantados.
Se invita a las Conferencias de Obispos, en el caso
en que no lo hubiesen ya hecho, que tomen las medidas necesarias para dotar de
melodías adecuadas a los textos y aclamaciones que, por su misma naturaleza,
reclaman ser cantados. Dichos textos son:
a) la oración universal del Viernes Santo de la
Pasión del Señor; la invitación del diácono, si la hace, o la aclamación del
pueblo;
b) los cantos durante la ostensión y adoración a la
Cruz;
c) las aclamaciones durante la procesión con el
cirio pascual y las del pregón pascual, el "Aleluya" responsorial,
las letanías de los santos y la aclamación que sigue a la bendición del agua.
No se omitan con facilidad los textos litúrgicos de
los cantos para la participación del pueblo; procúrese que las traducciones de
los mismos sean provistas de melodías adecuadas. Si dichos textos no están
todavía disponibles para ser cantados, provisionalmente escójanse textos
semejantes. Prepárese un repertorio propio para estas celebraciones, a ser
utilizado únicamente en las mismas. Propónganse especialmente:
a) los cantos para la bendición y procesión de
ramos, y para la entrada en la iglesia;
b) los cantos para la procesión con los santos
óleos;
c) los cantos para la procesión de preparación de
las ofrendas en la Misa "en la Cena del Señor", y el himno para la
procesión del traslado del Santísimo Sacramento a la capilla de la reserva;
d) las respuestas de los salmos responsoriales de
la Vigilia pascual y los cantos que acompañan la aspersión del agua.
Prepárense también melodías adecuadas que faciliten
el canto de los textos de la Pasión, del pregón pascual y de la bendición del
agua bautismal.
En las iglesias importantes utilícese también el
abundante tesoro de música sagrada antigua y moderna; téngase en cuenta, sin
embargo, la necesidad de una adecuada participación de los fieles.
43. Es muy conveniente que las comunidades
religiosas, clericales o no, así como las comunidades laicales, participen en
las celebraciones del Triduo pascual en las iglesias más importantes (46).
Igualmente no se celebren los oficios del Triduo
pascual en aquellos lugares donde falte el número suficiente de participantes,
ministros y cantores; y procúrese que los fieles se reúnan para participar en
las mismas en una iglesia más importante.
También cuando un único presbiterio es responsable
de diversas parroquias, conviene que los fieles de las mismas, en cuanto sea
posible, se reúnan en la iglesia principal para participar en estas
celebraciones.
Si un párroco tiene encomendadas dos o más
parroquias en las cuales hay una notable participación de fieles y las
celebraciones pueden realizarse con la debida reverencia y solemnidad, para
bien de los mismos fieles el párroco puede repetir, teniendo en cuenta lo
previsto por la legislación, las celebraciones del Triduo pascual (47).
A fin de que los alumnos de los Seminarios "vivan
el misterio pascual de Cristo de manera que sepan después comunicarlo a la
comunidad que se les confiará" (48), deberán adquirir una formación
litúrgica competente y completa. Es muy conveniente que, durante los años de su
preparación en el seminario adquieran experiencia de más ricas y completas
formas de celebración de las fiestas pascuales, especialmente de aquellas
presididas por el obispo (49).
Comentarios