Carta circular dada en la sede de la Congregación
para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
1. La renovación de las celebraciones de la solemnidad
de Pascua y de toda la Semana Santa, actuada en un primer momento por Pío XII
en 1951 y 1955 respectivamente, fue recibida en general por todas las Iglesias
de rito romano con entusiasmo (1).
El Concilio Vaticano II a su vez, sobre todo en su
Constitución sobre la Liturgia, puso de nuevo repetidamente en relieve,
conforme a la Tradición, el misterio pascual de Cristo, y recordó que de él
reciben su fuerza todos los sacramentos y sacramentales (2).
2. Del mismo modo que la semana tiene su punto de
partida y su momento culminante en el domingo, caracterizado siempre por su
índole pascual, así el centro culminante de todo el año litúrgico resplandece
en el santo Triduo pascual de la Pasión y Resurrección del Señor, que se
prepara en el tiempo de Cuaresma y que se prolonga en la alegría de los
cincuenta días sucesivos (3).
3. En muchos lugares del mundo cristiano los fieles
y sus pastores valoran la importancia de estas celebraciones y participan
frecuentemente en ellas con gran provecho espiritual.
Sin embargo, en algunos países se ha ido atenuando
con el pasar del tiempo el entusiasmo y el fervor con que se recibió la
instauración de la Vigilia pascual. En algunas partes se ha llegado a perder la
misma noción de "vigilia", hasta el punto de haber reducido su
celebración a una mera Misa vespertina en cuanto al tiempo y el modo como se
suele celebrar la Misa del domingo en la tarde del sábado precedente.
En otros lugares no se respetan los horarios
convenientes del Triduo santo. Más aún, frecuentemente se colocan en horas más
oportunas y cómodas para los fieles los ejercicios de piedad y las devociones
populares; y en consecuencia los fieles participan en ellas más que en los
oficios litúrgicos.
Sin duda estas dificultades derivan de la formación
todavía insuficiente, tanto del clero como de los fieles sobre el misterio
pascual en su realidad de centro del año litúrgico y de la vida cristiana (4).
4. El hecho de que en tantísimas regiones la Semana
Santa coincida con el tiempo de vacaciones, así como la mentalidad que de la
sociedad actual, añaden una dificultad más para una participación de los fieles
a las celebraciones.
5. Teniendo en cuenta esta realidad, la
Congregación para el Culto Divino considera oportuno recordar algunos aspectos
doctrinales y pastorales, así como diversas determinaciones sobre la Semana
Santa publicadas en otras ocasiones. Todo lo que, en cambio, se halla en los
libros litúrgicos sobre la Cuaresma, la Semana santa, el Triduo Pascual y el
tiempo Pascual, continúan en vigor, a no ser que reciba una nueva
interpretación en este documento.
Todas las normas mencionadas son urgidas de nuevo
en virtud del presente documento en orden a mejorar la celebración de los
misterios de la Redención y a favorecer la participación más fructuosa de los
fieles en las mismas (5).
6. "La celebración anual de la cuaresma es un
tiempo favorable, durante el cual se asciende a la santa montaña de la
Pascua".
"El tiempo de cuaresma, con su doble carácter,
prepara tanto a los catecúmenos como a los fieles en orden a la celebración del
misterio pascual. Los catecúmenos se encaminan hacia los sacramentos de la
iniciación cristiana, tanto por la "elección" y los
"escrutinios", como por la catequesis; los fieles, por su parte,
dedicándose con más asiduidad a escuchar la Palabra de Dios y a la oración, y
mediante la penitencia, se preparan a renovar sus promesas bautismales"
(6).
a) Cuestiones relativas a la iniciación
cristiana
7. Toda la iniciación cristiana comporta un
carácter eminente pascual en cuanto es la primera participación sacramental en
la Muerte y la Resurrección de Cristo. Por esta razón conviene que la cuaresma
obtenga su carácter pleno de tiempo de purificación y de iluminación,
especialmente por medio de los escrutinios y las entregas; la misma Vigilia
pascual ha de ser el momento adecuado para celebrar los sacramentos de la
iniciación (7).
8. Las comunidades que no tienen catecúmenos no
dejen, sin embargo, de orar por aquellos que en otros lugares recibirán los
sacramentos de la iniciación cristiana en la próxima Vigilia pascual. Los
pastores recuerden a los fieles la importancia que tiene para fomentar su vida
espiritual la profesión de la fe bautismal, que, "terminado el ejercicio
de la cuaresma" (8) son invitados a renovar públicamente en la Vigilia
pascual.
9. Durante la Cuaresma hay que organizar la
catequesis para aquellos adultos que, bautizados, siendo niños, no la hayan
recibido, y que tampoco hayan recibido aún la Confirmación y la Eucaristía. Al
mismo tiempo establézcanse celebraciones penitenciales, que los lleven a
recibir el sacramento de la reconciliación (9).
10. El tiempo de Cuaresma es también tiempo
apropiado para llevar a acabo los ritos penitenciales, a modo de escrutinios
para aquellos niños no bautizados que han llegado a una edad adecuada para la
catequesis, y también para aquellos niños, ya bautizados, antes de que se
acerquen por primera vez al sacramento de la Penitencia (10).
El obispo tenga sumo interés en promover la
formación de los catecúmenos, tanto adultos como niños, y según las
circunstancias, presida los ritos prescritos, con la asidua participación de la
comunidad local (11).
b) Las celebraciones propias del tiempo
de Cuaresma
11. Los domingos de Cuaresma tienen precedencia
sobre todas las fiestas del Señor y sobre todas las solemnidades. Las
solemnidades que coincidan en estos domingos han de anticiparse al sábado (12).
Las ferias de Cuaresma tienen preferencia sobre las memorias obligatorias (13).
12. Debe darse, sobre todo en las homilías del
domingo, la catequesis del misterio pascual y de los sacramentos, explicando
con mayor profundidad los textos del leccionario y, de modo especial, las
perícopas evangélicas, que aclaran los diversos aspectos del Bautismo y de los
demás sacramentos, así como la misericordia de Dios.
13. Los pastores expondrán la Palabra de Dios, más
a menudo y con mayor empeño, ya en las homilías de los días de feria, ya en las
celebraciones de la Palabra de Dios, ya en las celebraciones penitenciales
(14), ya en las predicaciones especiales propias de este tiempo, ya en las
visitas que hagan a las familias o grupos de familias para su bendición anual.
Los fieles participen frecuentemente a las Misas feriales, y, si no les es
posible, se les invitará al menos a leer, en familia o privadamente las
lecturas del día.
14. "El tiempo de Cuaresma conserva su
carácter penitencial" (15). "Incúlquese a los fieles por medio de la
catequesis la naturaleza propia de la penitencia, que junto con las
consecuencias sociales del pecado, detesta el mismo pecado en cuanto es ofensa
a Dios" (16).
La virtud de la penitencia y su práctica son
siempre elementos necesarios de la preparación pascual: la práctica externa de
la penitencia, tanto de los individuos como de toda la comunidad ha de ser el
resultado de la conversión del corazón. Esta práctica, si bien debe acomodarse
a las circunstancias y exigencias de nuestro tiempo, sin embargo no puede
prescindir del espíritu de la penitencia evangélica, y ha de orientarse también
al bien de los hermanos.
No se olvide tampoco de la participación de la
Iglesia en la acción penitencial, e insístase en la oración por los pecadores,
introduciéndola frecuentemente en la oración universal (17).
15. Recomiéndase a los fieles una participación más
intensa y más fructuosa en la liturgia cuaresmal y en las celebraciones
penitenciales. Exhórteseles, sobre todo, para que, según la ley y las
tradiciones de la Iglesia, se acerquen en este tiempo al sacramento de la
Penitencia, y puedan así participar con el alma purificada en los misterios
pascuales. Es muy conveniente que el sacramento de la Penitencia se celebre,
durante el tiempo de Cuaresma, según el rito para reconciliar varios penitentes
con la confesión y absolución individual, tal como viene indicado en el Ritual
Romano (18).
Los pastores estarán más disponibles para el
ejercicio del ministerio de la reconciliación, y darán facilidades para
celebrar el sacramento de la Penitencia ampliando los horarios para las
confesiones individuales.
16. Todas las diversas manifestaciones de la
observancia cuaresmal han de contribuir a mostrar y fomentar la vida de la
Iglesia local. Por esta razón se recomienda que se mantengan y renueven las
asambleas de la Iglesia local según el modelo de las antiguas "Estaciones"
romanas. Estas asambleas de fieles pueden ser convocadas, especialmente
presididas por el Pastor de diócesis, o junto a los sepulcros de los santos, o
en las principales iglesias de la ciudad, o en los santuarios, o en otros
lugares tradicionales de peregrinación que sean más frecuentados en la diócesis
(19).
17. "En tiempo de Cuaresma queda prohibido
adornar con flores el altar, y se permiten los instrumentos musicales sólo para
sostener el canto" (20), como corresponde al carácter penitencial de este
tiempo.
18. Asimismo desde el comienzo de la Cuaresma hasta
la Vigilia pascual no se dice Aleluya en ninguna celebración, incluidas las
solemnidades y las fiestas (21).
19. Los cantos de las celebraciones, y
especialmente de la Misa, así como los de los ejercicios piadosos, han de ser
conformes al espíritu de este tiempo y corresponder lo más posible a los textos
litúrgicos.
Foméntense los ejercicios piadosos que responden
mejor al carácter del tiempo de Cuaresma, como es el "Via Crucis", y
sean imbuidos del espíritu de la liturgia, de suerte que conduzcan a los fieles
a la celebración del misterio pascual de Cristo.
c) Elementos propios para determinados
días de la Cuaresma
21. El miércoles que precede al primer domingo de
Cuaresma, los fieles cristianos inician con la imposición de la ceniza el
tiempo establecido para la purificación del espíritu. Con este signo
penitencial, que viene de la tradición bíblica y se ha mantenido hasta hoy en
la costumbre de la Iglesia, se quiere significar la condición del hombre pecador,
que confiesa externamente su culpa ante el Señor y expresa su voluntad interior
de conversión, confiando en que el Señor se muestre compasivo para con él. Con
este mismo signo comienza el camino de su conversión que culminará con la
celebración del sacramento de la Penitencia, en los días que preceden a la
Pascua (22).
La bendición e imposición de la ceniza se puede
hacer o durante la Misa o fuera de la misma. En este caso se inicia con la
liturgia de la Palabra y se concluye en la oración de los fieles (23).
22. El miércoles de ceniza es un día penitencial
obligatorio para toda la Iglesia y que comporta la abstinencia y el ayuno (24).
23. El Domingo I de Cuaresma es el comienzo del
venerable sacramento de la observancia cuaresmal anual (25). En la Misa de este
día utilícense elementos que subrayen su importancia, por ejemplo la procesión
de entrada con el canto de las letanías de los Santos (26) . Es conveniente que
el Obispo celebre dentro de la Misa del Domingo I de Cuaresma el rito de la
elección de los catecúmenos en la iglesia catedral o en otra iglesia, de
acuerdo con las exigencias pastorales (27).
24. Las perícopas evangélicas de la samaritana, del
ciego de nacimiento y de la resurrección de Lázaro, propias de los domingos
III, IV y V de Cuaresma del año A, dada su importancia en relación con la
iniciación cristiana, pueden leerse también en los años B y C, especialmente
allí donde hay catecúmenos (28).
25. En el IV domingo de Cuaresma
("Laetare"), así como en las solemnidades y fiestas, se permiten los
instrumentos musicales y adornar el altar con flores. En el mencionado domingo
se pueden usar ornamentos de color rosado (29).
26. La costumbre de cubrir las cruces y las
imágenes de las iglesias, a partir del domingo V de Cuaresma, puede
conservarse, a juicio de la Conferencia de los Obispos. Las cruces permanecen
cubiertas hasta después de la celebración de la Pasión del Señor, el Viernes
santo, y las imágenes hasta el comienzo de la Vigilia Pascual (30).
27. Durante la Semana santa, la Iglesia celebra los
misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida,
comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.
El tiempo de Cuaresma continúa hasta el jueves. A
partir de la Misa vespertina "en la Cena del Señor" comienza el
Triduo pascual, que continúa durante el Viernes de la Pasión del Señor y el
Sábado Santo, y tiene su centro en la Vigilia Pascual y acaba con las Vísperas
del domingo de Resurrección.
"Las ferias de Semana Santa, desde el lunes
hasta el jueves inclusive, tienen preferencia sobre cualquier otra
celebración" (31). Conviene que en estos días no se administren los
sacramentos del Bautismo y de la Confirmación.
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