Ir al contenido principal

Dios ve el corazón en tiempos de redes sociales





Amigos seguramente hemos escuchado este texto bíblico que nos dice “Nosotros vemos las Apariencias, pero Dios ve el Corazón” pero en medio de los lugares donde comparto veo con frecuencia como especialmente de quienes tenemos responsabilidad de coordinar o si prestamos un servicio como a veces nos preocupamos por mostrar nuestro mejor rostro ante los demás no el real, o incluso solemos hacer comentarios cuando las personas nos dan las espalda para marcharse.
Pero que motivaciones tenemos para no actuar con rectitud, que nos hace preocuparnos tanto por lo que piensan los demás y no lo que piensa Dios de Nosotros, si nosotros vemos las apariencias es posible que se la razón por la cual en nuestras redes sociales mostramos un rostro distinto al real, usamos muchas cosas para aparentar, filtro de fotos, efectos de cámara, realidad virtual, con ellas dejamos de ser lo que somos e iniciamos a ser lo que quisiéramos ser, puede que en casa discutimos con la esposa e hijos y en la red les recuerdo mi amor. Puede que en la red le escribamos a un amigo, pero no le visitamos, puede que en la red nos solidaricemos y creamos que con un “LIKE” sea la suficiente solidaridad ante una situación difícil…
Pero Dios ve el corazón… y por tal razón debemos poner el practica el valor de la rectitud que consiste en la cualidad que mueve a la persona a realizar correctamente, con nobleza y transparencia una acción, tomando en cuenta que la vida que vivimos es la que convence de la fe que profesamos, dice San Antonio de Padua "Un cristiano fiel, iluminado por los rayos de la gracia al igual que un cristal, deberá iluminar a los demás con sus palabras y acciones, con la luz del buen ejemplo".
Procuremos que nuestra vida exprese mas de nuestra fe que nuestras palabras, que nuestras acciones, mas que nuestros perfiles en redes sociales, que nuestra solidaridad mas que nuestros likes a favor de una causa noble.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diaconado Permanente

EL DIACONADO EN LA HISTORIA La ausencia del diaconado estable en tan dilatado período de tiempo en la historia de la Iglesia, aportó un principio de contrariedad, ya que quienes fueron formados teológicamente en el marco de una eclesiología anterior al concilio Vaticano II, no pudieron contemplar dicho ministerio diaconal tal como posteriormente se ha configurado y es posible que ello induzca alguna dificultad al asignar, dentro de los esquemas pastorales, una misión específica al Diaconado Permanente. También esa distancia en el tiempo ha contribuido a que el pueblo cristiano no sepa o no conozca qué es un diácono; por lo se debe difundir y formar a la comunidad cristiana en el conocimiento del Diaconado Permanente, dando a conocer el testimonio eclesial de la presencia de estos ordenados, manteniendo equilibrada la impronta de su triple ministerio en la Palabra, la Liturgia y la Caridad. Pablo VI, decía: «en la Iglesia han habido tiempos en la que la gran virtud necesaria ha

No me Restaures te lo prohíbo unidos a Nuestros Hermanos de Nicaragua

- ¡NO ME RESTAURES, TE LO PROHIBO! ¡¿LO OYES?! - Si Señor, te lo prometo, no te restauraré. - Gracias— me contestó el Cristo. Su tono volvió a darme confianza. - ¿Por qué no quieres que te restaure? No te comprendo. ¿No comprendes Señor, que va a ser para mí un continuo dolor cada vez que te mire roto y mutilado? ¿No comprendes que me duele? - Eso es lo que quiero, que al verme roto te acuerdes siempre de tantos hermanos tuyos que conviven contigo; rotos, aplastados, indigentes, mutilados. Sin brazos, porque no tienen posibilidades de trabajo. Sin pies, porque les han cerrado los caminos. Sin cara, porque les han quitado la honra. Todos los olvidan y les vuelven la espalda. ¡No me restaures, a ver si viéndome así, te acuerdas de ellos y te duele, a ver si así, roto y mutilado te sirvo de clave para el dolor de los demás! Muchos cristianos se vuelven en devoción, en besos, en luces, en flores sobre un Cristo bello, y se olvidan de sus hermanos los hombres, cristos feos, roto

El Bautismo sella el abrazo amoroso del Padre

El bautismo sella para cada uno de nosotros el abrazo del Padre, es signo eficaz de las relaciones vitales que el Padre, el Hijo y el Espíritu establecen con nosotros, nos otorga un corazón nuevo, nos capacita para practicar la obediencia filial —como Jesús— al proyecto amoroso de Dios. El bautismo sella también nuestro ingreso en la gran familia de la Iglesia, nos habilita para celebrar la eucaristía, escuchar la palabra de Jesús y dar testimonio de la misma, vivir la caridad fraterna, poner nuestros dones al servicio de todos. Finalmente, el bautismo nos convierte en signo de esperanza para toda la humanidad, ya que crea en nosotros una humanidad nueva, libre del pecado, dispuesta a entrar en los distintos ámbitos de la convivencia humana, no con el egoísmo agresivo de quien reconduce a todos y todo hacia sí mismo, sino con la firme disponibilidad de quien, dejándose atraer por Cristo, está dispuesto a ayudar, a colaborar, a servir, a amar. La meditación sobre nuestro bautismo es sie