Ir al contenido principal

LA EUCARISTÍA TIENE MUCHA BIBLIA Y ALGUNOS SALEN DE LA IGLESIA DICIENDO QUE NUNCA LES ENSEÑARON..


Cuando el teólogo protestante Scott Hahn asistió a una Santa Misa, se sorprendió al mirar lo mucho que se citaba la Biblia en el culto católico. Dice que le daban ganas de ponerse de pie y decir «eso está en esta cita bíblica, eso en esta otra»… nunca imaginó que el culto católico estuviera tan sumergido en la Palabra. 

Acabó por convertirse a la Iglesia Católica y escribió el libro «La Cena del Cordero»; subtitulado «La Misa, el cielo en la tierra».
En efecto, al INICIO de la Misa decimos «en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo»… eso está en Mt 28,19. SALUDO: El sacerdote saluda «El Señor esté con ustedes» a lo que la asamblea responde «y con tu espíritu»… es 2 Tm 4,22. También puede saludar de otro modo «la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con ustedes» lo dice 2 Cor 13,14. PIEDAD: Es el grito del ciego de Jericó y la oración del publicano… en Lc 18 o 2 Tm 1,16. GLORIA: Imitando a los ángeles en la noche de Navidad glorificamos a Dios cantando«¡Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor!» (Lc 2,14) e imitando a los santos del cielo: «¡oh rey de las naciones…quién no glorificará tu nombre…porque sólo tú eres santo» (Ap 15,3-4). 

Luego LEEMOS LA BIBLIA: Lecturas del Antiguo y del Nuevo Testamento, e inmediatamente se hace una exhortación u HOMILIA partiendo deesas lecturas proclamadas. El canto del SANTO, está formado con frases de Is 6,3; Jn 12,13 y Ap 4,8… «Santo, Santo, Santo …Dios Todopoderoso…llena está toda la tierra de su gloria…hosanna en el Cielo, bendito el que viene en nombre del Señor.» Entonces, no sólo lo que decimos, sino también lo que cantamos es Biblia. La expresión ALELUYA fue tomada de los salmos 111-118 y de Apocalipsis 19. En el corazón de la Santa Misa tenemos la CONSAGRACION que son las mismas palabras que Jesús pronunció en la última Cena «Tomen y coman esto es mi Cuerpo… tomen esta es mi Sangre» Lc 22, 19-20. 

Luego oramos con el PADRE NUESTRO, que es un trozo del capítulo 6 de san Mateo. Después, se hace la presentación de la Sagrada Hostia diciendo «este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo»… son las palabras de San Juan Bautista en Jn 1,29. Inmediatamente la asamblea responde con Mt 8,8: «Señor no soy digno de que entres a mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme»… las palabras del centurión. Varias veces decimos AMEN, palabra bíblica. 

Y lo que no es texto bíblico explícito, lo es implícito, porque todo está calcado de, o de acuerdo con la enseñanza de la Sagrada Escritura. Así cuando decimos demos gracias al Señor …«Es justo y necesario… En verdad es justo…darte gracias siempre y en todo lugar»… decimos eso porque en 1 Tes 5,18 dice «en todo den gracias, pues esto es lo que quiere Dios de ustedes». De hecho a la S. Misa se le llama «Eucaristía» que significa «acción de gracias».

Pero no sólo lo que decimos y cantamos es bíblico, sino también lo que hacemos y usamos para el culto: Al iniciar, y en otros momentos, nos signamos con la CRUZ. ¿Por qué? Porque en Ez 9,4 se nos dice que a los salvados Dios mandó ponerles una «tau» en la frente; es decir, Dios mandó ponerles una cruz, ya que la «tau» es la «T», y esa letra en el hebreo antiguo tenía la forma de una cruz en forma de «X», por ello, y sabiendo que Ap 7,3 y 14,1 habla de que los salvados estaban marcados en la frente con el nombre del Cordero, entonces en la Iglesia usamos el signo de la Cruz, como la marca del Cordero. Usamos VELAS, ¿por qué? …porque el Apocalipsis dice «miré siete candelabros de oro»… siete lámparas de aceite. Y en medio de esas lámparas estaba un hombre con túnica talar, es decir era sacerdote (Ap1,12-13). Pero esa imagen de un SACERDOTE entre las lámparas o velas ¿dónde lo vemos? …en la Santa Misa. 

También se habla de 24 ancianos que alaban al Cordero, seres humanos con funciones sacerdotales porque alaban y ofrecen las oraciones de los fieles (Ap 4-5). Y al ser veinticuatro, inmediatamente pensamos en las 24 clases sacerdotales de 1Cro 24. Esos sacerdotes ofrecen perfumes que son la oraciones de los santos (Ap 5,8); y «subió delante de Dios la humareda de los perfumes»(Ap 8,4). Por eso en la S. Misa usamos un perfume de humo: el INCIENSO. Ap 6,9 dice que debajo del ALTAR estaban las almas de los que habían sido «testigos», por ello, desde un principio, fue costumbre celebrar la misa sobre la tumba de los mártires, por eso la basílica de Roma está sobre la tumba de san Pedro; la Basílica de San Pablo extramuros… está sobre la tumba de San Pablo; en Venecia, el altar esta hecho de un bloque de mármol que contiene los restos de San Marcos, el autor de ese Evangelio; etc. Todavía hoy es costumbre que, al consagrar un templo, se ponga incrustada en el altar alguna reliquia de algún hombre de virtud heroica (=santo). El salmo 116 dice «¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?» y el mismo contesta: «levantaré la copa de la salvación»… se trata del CALIZ (=copa) que contiene la Sangre Salvadora. El salmo 23 dice que «el Señor nos prepara la mesa y en verdes praderas nos hace reposar» …como en Mc 6,39-42 donde el Señor hace el milagro y sus ministros reparten “su Pan”.

CONCLUSION: EN LA SANTA MISA, LO QUE DECIMOS, LO QUE CANTAMOS Y LO QUE HACEMOS… ES BIBLICO.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diaconado Permanente

EL DIACONADO EN LA HISTORIA La ausencia del diaconado estable en tan dilatado período de tiempo en la historia de la Iglesia, aportó un principio de contrariedad, ya que quienes fueron formados teológicamente en el marco de una eclesiología anterior al concilio Vaticano II, no pudieron contemplar dicho ministerio diaconal tal como posteriormente se ha configurado y es posible que ello induzca alguna dificultad al asignar, dentro de los esquemas pastorales, una misión específica al Diaconado Permanente. También esa distancia en el tiempo ha contribuido a que el pueblo cristiano no sepa o no conozca qué es un diácono; por lo se debe difundir y formar a la comunidad cristiana en el conocimiento del Diaconado Permanente, dando a conocer el testimonio eclesial de la presencia de estos ordenados, manteniendo equilibrada la impronta de su triple ministerio en la Palabra, la Liturgia y la Caridad. Pablo VI, decía: «en la Iglesia han habido tiempos en la que la gran virtud necesaria ha

No me Restaures te lo prohíbo unidos a Nuestros Hermanos de Nicaragua

- ¡NO ME RESTAURES, TE LO PROHIBO! ¡¿LO OYES?! - Si Señor, te lo prometo, no te restauraré. - Gracias— me contestó el Cristo. Su tono volvió a darme confianza. - ¿Por qué no quieres que te restaure? No te comprendo. ¿No comprendes Señor, que va a ser para mí un continuo dolor cada vez que te mire roto y mutilado? ¿No comprendes que me duele? - Eso es lo que quiero, que al verme roto te acuerdes siempre de tantos hermanos tuyos que conviven contigo; rotos, aplastados, indigentes, mutilados. Sin brazos, porque no tienen posibilidades de trabajo. Sin pies, porque les han cerrado los caminos. Sin cara, porque les han quitado la honra. Todos los olvidan y les vuelven la espalda. ¡No me restaures, a ver si viéndome así, te acuerdas de ellos y te duele, a ver si así, roto y mutilado te sirvo de clave para el dolor de los demás! Muchos cristianos se vuelven en devoción, en besos, en luces, en flores sobre un Cristo bello, y se olvidan de sus hermanos los hombres, cristos feos, roto

El Bautismo sella el abrazo amoroso del Padre

El bautismo sella para cada uno de nosotros el abrazo del Padre, es signo eficaz de las relaciones vitales que el Padre, el Hijo y el Espíritu establecen con nosotros, nos otorga un corazón nuevo, nos capacita para practicar la obediencia filial —como Jesús— al proyecto amoroso de Dios. El bautismo sella también nuestro ingreso en la gran familia de la Iglesia, nos habilita para celebrar la eucaristía, escuchar la palabra de Jesús y dar testimonio de la misma, vivir la caridad fraterna, poner nuestros dones al servicio de todos. Finalmente, el bautismo nos convierte en signo de esperanza para toda la humanidad, ya que crea en nosotros una humanidad nueva, libre del pecado, dispuesta a entrar en los distintos ámbitos de la convivencia humana, no con el egoísmo agresivo de quien reconduce a todos y todo hacia sí mismo, sino con la firme disponibilidad de quien, dejándose atraer por Cristo, está dispuesto a ayudar, a colaborar, a servir, a amar. La meditación sobre nuestro bautismo es sie