Si bien el mandato de Jesús impulsa a sus discípulos a ir por toda la tierra, trascendiendo todo
género de fronteras geográficas y étnicas, la Redemptoris Missio explícita los ámbitos concretos
en que hoy se realiza el primer anuncio del Evangelio.
El Papa explica muy bien que se debe conservar el criterio geográfico en la Primera Evangelización “en orden a determinar responsabilidades, competencias y límites geográficos o dificultades de índole política que sean obstáculo para su presencia misionera” (RM 37).
La Iglesia se construye si hay hombres que proclaman en el mundo el evangelio de salvación, lo hacen por mandato, en nombre y con la gracia de Cristo Salvador. "¿Cómo predicarán sí no son enviados?" Escribiría el que fue sin duda uno de los más grandes evangelizadores. Nadie puede hacerlo, sin haber sido enviado.
Cada vez nos convencemos más de que la evangelización es urgente porque “ésta constituye el primer servicio qué la Iglesia puede prestar a cada hombre ya la humanidad entera en el mundo actual, el cual está conociendo grandes conquistas, pero parece haber perdido el sentido de las realidades últimas y de la existencia misma” (RM 2). Dentro de la misma evangelización, la Actividad Misionera Específica es de suma urgencia ya que “tiene ante sí una tarea inmensa que de ningún modo está en vías de extinción. Al contrario, bien bajo el punto de vista numérico por el aumento demográfico, o bien bajo el punto de vista sociocultural por el surgir de nuevas relaciones, comunicaciones y cambios de situaciones, parece destinada hacia horizontes todavía más amplios”
(RM 35).
Un tercer ámbito de la misión Ad Gentes de que habla el Papa son las “áreas culturales o areópagos modernos que son como símbolo de los nuevos ambientes donde debe proclamarse Evangelio. (RM 37). Afirma el Papa que “en nuestro tiempo dramático y fascinador existen muchos areópagos hacia los cuales debe orientarse la Actividad Misionera de la Iglesia. Por ejemplo: El compromiso por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos, los derechos del hombre, la promoción de la mujer y del niño, la ecología, fa investigación científica, a política, la economía, el fenómeno del ‘retorno religioso’ etc.” (RM 37). Sin embargo, de modo expreso, el Papa se refiere en este tercer ámbito de la Actividad Misionera Específica a dos areópagos que han de ser evangelizados con especial cuidado y empeño: el mundo de la comunicación y el vastísimo areópago de la cultura.
El nacimiento de una Iglesia particular no se puede improvisar. Podemos enfocar la Actividad Misionera Específica corno la primera función del Ministerio Apostólico que va, mediante la evangelización, configurando y animando un Pueblo de Dios en torno a la renovación cristiana. Así como el Antiguo Pueblo de Israel encontraba su identidad de Pueblo de Dios en la posesión de la Revelación del único Dios verdadero, así el Nuevo Pueblo de Dios la Iglesia de Jesucristo se va unificando no según la carne sino en el espíritu en la congregación de quienes, creyendo ven en Jesús al autor de la salvación y el principio de la unidad y la paz (GS 9).
MISIONEROS AD GENTES
1) Laicos:
Jóvenes, matrimonios y profesionistas que, de acuerdo con la Jerarquía Eclesiástica, mediante su testimonio personal, colaboran en la implantación del Reino. Unidos a ios consagrados ejercen desinteresadamente sus servicios profesionales o algún ministerio eclesial en las misiones. A ellos se suman también los Laicos Consagrados, que integran los Institutos Seculares.
2) Religiosas y Religiosos:
Son personas que consagran su vida en Institutos que tienen como parte de su trabajo o como carisma específico la dimensión misionera.
3) Sacerdotes Religiosos:
Son los hombres que han recibido de Dios el ministerio sacerdotal dentro de un Instituto Misionero, que viviendo y trabajando en forma comunitaria el espíritu de las Bienaventuranzas y regidos por unas constituciones trabajan con la finalidad de que
Cristo llegue a ser conocido por todos los hombres.
4) Sacerdotes Diocesanos:
Son aquellos que, formados y ordenados en el seno de la Iglesia particular, al sentir la invitación de Dios a colaborar en la implantación del Reino en campos de misión, manifiestan sus deseos al Obispo y él a su vez los apoya, ayudándolos a relacionarse con un Instituto misionero que a su vez los envía en nombre de la Iglesia a un lugar, para que realicen la misión que les ha sido encomendada. A estos se les llama comúnmente misioneros " Fidei donum" (don de fe).
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