Ir al contenido principal

ASAMBLEA ORDINARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS


Bookmark and Share

“Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo a favor de todos los santos, sus hermanos”(Ef. 6, 18).

Durante los días del 9 al 12 de Febrero hemos celebrado la primera Asamblea Ordinaria de la Conferencia Episcopal de Honduras correspondiente al presente año 2010.

Juntos hemos agradecido a Dios el fervor mariano compartido con el Pueblo de Dios y manifestado en la fiesta de Nuestra Señora la Virgen de Suyapa, Patrona de Honduras.

Hemos agradecido también la ternura de Dios para con las personas enfermas al conmemorar a la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes, en la XVIII Jornada Mundial del Enfermo.

Compartimos con los representantes de ADVENIAT su interés por los Delegados de la Palabra de Dios, al tiempo que les agradecimos la generosa ayuda que esta institución de la Iglesia Católica de Alemania ofrece a la Iglesia en Honduras para que pueda dar mejores frutos en su tarea evangelizadora.

En un clima de oración y comunión, examinamos la actitud profética y evangelizadora que debe tener la Iglesia Católica ante la realidad política, económica y social que vive nuestra patria en estos momentos en que comienza una nueva etapa de su historia con un nuevo gobierno.

Coherentes con nuestra fe, consideramos un deber moral que todos los creyentes nos comprometamos, de acuerdo con nuestra vocación y condición personal, a participar en la vida democrática que el pueblo de Honduras ha escogido. Y que lo hagamos como instrumentos de esa reconciliación que necesitamos con urgencia en todos los ámbitos de la convivencia social.

Como ciudadanos, debemos saber exigir a las nuevas autoridades, dentro de los cauces legales, una gestión transparente y basada en el principio de la Justicia Social en que tanto insiste la Doctrina Social de la Iglesia en todas sus enseñanzas. Debemos exigir una atención justa y preferencial a los pobres que son la mayoría de nuestra población así como el cumplimiento de todas las promesas que se hicieron al pueblo.

Los Obispos hemos discernido lo que la Iglesia Católica puede y debe hacer frente a realidades difíciles que se perpetúan más allá de los gobiernos que rigen nuestro caminar y que, a veces, se agudizan por su incapacidad.Pensamos en el crecimiento de la acción y del poder de los narcotraficantes y del crimen organizado; en la corrupción tan difícil de erradicar; en el considerable déficit fiscal; en la mora legislativa que permite situaciones que perjudican a nuestropueblo, a los recursos naturales y al medio ambiente.

Los Obispos de Honduras nos comprometemos a seguir trabajando en nuestras respectivas Diócesis junto con los sacerdotes, religiosos, religiosas, misioneros y fieles para dar respuesta a los retos señalados.

Renovamos la opción preferencial por los pobres.Consecuencia de esta opción es la tarea de reorganizar y fortalecer la Pastoral Social a todos los niveles, nacional, diocesano y parroquial a fin de que sea, como dice el Documento de Aparecida, “estructurada, orgánica e integral que, con la asistencia, la promoción humana, se haga presente en las nuevas realidades de exclusión y marginación que viven los grupos más vulnerables, donde la vida está más amenazada” (Documento de Aparecida # 401).

Estando ya cerca el tiempo de Cuaresma, exhortamos a todos los fieles a iniciar un camino de conversión que nos permita reconocer nuestra debilidades y limitaciones para hacer posible la reconciliación en el seno de la Iglesia y de la sociedad; un camino de gracia que nos permita descubrir el Amor de Cristo que se hace Camino para conducirnos a la gloria pasando por la cruz.Vivir la Cuaresma, en definitiva, como un tiempo privilegiado que nos lleva al gozo de la Pascua del Señor, cuya alegría nadie nos podrá arrebatar (ver Jn. 16, 22).
Aquí escribes el resto del contenido que no se vera.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No me Restaures te lo prohíbo unidos a Nuestros Hermanos de Nicaragua

- ¡NO ME RESTAURES, TE LO PROHIBO! ¡¿LO OYES?! - Si Señor, te lo prometo, no te restauraré. - Gracias— me contestó el Cristo. Su tono volvió a darme confianza. - ¿Por qué no quieres que te restaure? No te comprendo. ¿No comprendes Señor, que va a ser para mí un continuo dolor cada vez que te mire roto y mutilado? ¿No comprendes que me duele? - Eso es lo que quiero, que al verme roto te acuerdes siempre de tantos hermanos tuyos que conviven contigo; rotos, aplastados, indigentes, mutilados. Sin brazos, porque no tienen posibilidades de trabajo. Sin pies, porque les han cerrado los caminos. Sin cara, porque les han quitado la honra. Todos los olvidan y les vuelven la espalda. ¡No me restaures, a ver si viéndome así, te acuerdas de ellos y te duele, a ver si así, roto y mutilado te sirvo de clave para el dolor de los demás! Muchos cristianos se vuelven en devoción, en besos, en luces, en flores sobre un Cristo bello, y se olvidan de sus hermanos los hombres, cristos feos, roto

ÁMBITOS DE LA MISIÓN AD GENTES

Si bien el mandato de Jesús impulsa a sus discípulos a ir por toda la tierra, trascendiendo todo género de fronteras geográficas y étnicas, la Redemptoris Missio explícita los ámbitos concretos en que hoy se realiza el primer anuncio del Evangelio. El Papa explica muy bien que se debe conservar el criterio geográfico en la Primera Evangelización “en orden a determinar responsabilidades, competencias y límites geográficos o dificultades de índole política que sean obstáculo para su presencia misionera” (RM 37).   La Iglesia se construye si hay hombres que proclaman en el mundo el evangelio de salvación, lo hacen por mandato, en nombre y con la gracia de Cristo Salvador. "¿Cómo predicarán sí no son enviados?" Escribiría el que fue sin duda uno de los más grandes evangelizadores. Nadie puede hacerlo, sin haber sido enviado.   Cada vez nos convencemos más de que la evangelización es urgente porque “ésta constituye el primer servicio qué la Iglesia puede prestar a cada

Los LÍMITES DE LA LIBERTAD HUMANA

La libertad cristiana nace de la fe y se sitúa en la fe, según la profunda frase de Lutero: "Esta es, por tanto, la libertad del cristiano: nuestra fe"; pero aquí precisamente manifiesta su dramatismo, ya que la fe del hombre es siempre parcial y limitada, y le acecha siempre lo que Heinrich Schlier ha llamado la tentación de la "autojusticia", a saber, la pretensión de ser justos por nosotros solos y de administrar solos nuestra libertad. La existencia humana aparece "prisionera de sí misma"; la libertad cristiana se perfila entonces como "liberación de esta existencia inevitablemente caída" y condenada, precisamente por haber caído, a recaer continuamente. "¿Por qué la existencia, puesta por cada mandamiento ante el interrogante de si quiere permanecer o no ligada a sí misma, se ve instada por la ley a liberarse de sí misma, pero luego vuelve a caer siempre de nuevo?... La respuesta es la siguiente: porque, al renunciar a Dios, ha renun